San Martín se la bancó en la tierra que nunca lo vio vencedor. Primero, le salió a jugar de igual a igual a Atlético Rafaela, un equipo picante y eficaz. Sin demasiada gente arriba (Penco estuvo muy solo en varias ocasiones) pero con varios jugadores de buen pie en la mitad de cancha. No fue un planteo ofensivo el de Hrabina, pero tampoco defensivo. Buscó el equilibrió, con la pelota en los pies en el centro del campo. Así, cuando Alonso, Sparapani y Becerra (aún está lejos de su mejor nivel) entraron en sintonía San Martín fue superior. Pereyra también aportó en esos ratos de supremacía. Pero siempre, lejos del arco rival y las mejores situaciones llegaron de pelota parada.
Hasta las dos expulsiones (las dos rojas bien sacadas por Alvarez), el trámite del juego fue parejo. En unos pasajes del partido dominó San Martín y en otros Atlético Rafaela. El primer punto de quiebre fue la roja a Alonso a los 20 minutos del segundo tiempo ("llegó en el mejor momento nuestro", dijo Hrabina post partido). Allí el técnico verdinegro dispuso el ingreso de Belforte por Sparapani y decidió cuidarse atrás. Lo hizo bien pero estuvo aún más lejos del arco de Atlético. La segunda tarjeta colorada, a Stang a seis del final, marcó el destino final: había que aguantar el empate. Rafaela fue y fue hacia el arco de Pocrnjic, pero siempre se topó con Sánchez y Mármol, los dos centrales, que junto a sus compañeros dejaron el alma para aguantar el resultado. Por algunos ratos de buen fútbol, por esa entrega y esa actitud, está claro, San Martín volvió a ser...
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